(escrita por mi para Nueva Ciencia)
En una muerte natural, el cuerpo no muere todo a la vez,
sino que lo hace progresivamente. La
“inteligencia” se pierde antes que al sistema circulatorio y el
respiratorio, y estás a su vez terminan antes que las funciones musculares y
suprimidas a su vez antes que la superficie epidérmica. La putrefacción del cuerpo definitivamente es
un signo particular de muerte, e incluso hay casos dónde este proceso empieza
con la agonía del moribundo. La putrefacción está en función de la temperatura
del ambiente, en verano comienza de 2 a 3 horas después de la muerte, mientras
que en el invierno comenzará casi 12 horas después de la muerte. En los
organismos encontramos una cantidad diversa de proteínas que al descomponerse
resultarán en aminoácidos y otros elementos que las acompañaban. Todo esto bajo la influencia de diversas
sustancias, dará paso a los cambios sobre tales derivados que permitirán el
paso a los microbios de la putrefacción. Resultando en ácidos aminados,
proporcionan a los microbios material nutritivo de primera calidad, como
leucina, glicina, triptofán, ácido espártico y glutámico, cistina entre otros.
También subproductos de degradación secundaria como indol, ecatol, iodo, ácido
fenil-acético, fenol, etc. Y después compuestos más sencillos como dióxido de
carbono, ácido sulfúrico, amoniaco, fosfamina, que en contacto con el aire
genera los famosísimos fuegos fatuos. Las características de todos estos
compuestos es lo que permitirá a los diversos microorganismos a proliferar una
vez que encuentran las condiciones que necesitan. La acción de las bacterias sobre estos
compuestos generan ya las sustancias propias de la putrefacción como la
putrescina y cadaverina. El bacilo
putrífico interviene y fabrica gas sulfhídrico que al accionar con la
hemoglobina de la sangre proporciona las coloraciones verdes en un cadáver. En
estos procesos de desintegración participan los aerobios intestinales como el Bacilus fluorescens, cadaveris, faecalis
alkaligenes, menetericus, entre otros, que interactúan con el bióxido de
carbono y el ácido anhídrido. Están también los anaerobios como Bacilus proteus, violaceus, mirabilis, que
producen cantidades importantes de hidrógeno, nitrógeno y amoniaco. Conforme el
proceso avanza el desarrollo de descomponedores más complejos es más evidente.
En los cadáveres es posible encontrar tres géneros de hongos Mucor, Penicillium y Aspergillus, la invasión de los hongos es
de 10 a 14 días después de la muerte, en invierno y de 4 a 6 días en verano.
Las sustancias antisépticas y desodorantes que se le rocían al ataúd retardan
el proceso de putrefacción pero favorecen el desarrollo de los hongos, que solo
se desarrollan en cadáveres inhumados y no en
los expuestos al aire libre. Si seguimos el proceso transformador de la
descomposición, encontraremos ya un medio propicio para organismos de organización
más compleja aún, como los artrópodos. Las especies se preceden unas a otras.
Las moscas de los géneros Calliphoras y
Curtonevras son las primeras que
llegan atraídas por los ciertos olores que anuncian el suceso de la muerte, y
que les anuncian alimento para sus larvas y depositan sus huevecillos en las
fosas nasales, boca y ojos. La mosca azul y el moscardón “el gran sarcófago”, acuden también a tal evento. Una vez iniciada
la fermentación butírica, aparecen los Dermestos,
insectos carnívoros que tienen unas larvas que dan origen a unas mariposas
llamadas aglosas. Con la fermentación
caseica se presentan las moscas Piófilas
y unos coleópteros: los Corinetes. La
quinta invasión gracias a la fermentación amoniacal, atrae a unas moscas, las Loncheas, Ofiras y Foras, que se
reproducen de manera abundante. La siguiente oleada es la de los necróforos y los Sílfides, que son un género de coleópteros. Los ácaros constituyen
la séptima invasión, que devoran lo que queda de la materia blanda. Al cabo de
unos 3 o 4 años, participan los últimos devoradores de lo que queda, incluyendo
los restos de los insectos y larvas, el Tenebrio
obscurus. Magnin, establece los
periodos de la putrefacción, desde el momento de la última exhalación hasta la
completa desaparición de las partes blandas: Primer periodo o Sarcofágico, Segundo periodo o Dermasteriano, Tercer periodo o Silfiano y Cuerto periodo o Acarino.
Así mismo describe a cada periodo por tiempo y menciona las especies propias a
cada periodo.
La
entomología interactúa con otras ciencias, como la forense, para la cual es de
suma importancia. El primer caso de la resolución de un crimen con la ayuda de
los insectos, fue en el año 1235 dónde un "detective" chino: Sung
Ts´u, logro resolver el asesinato de un campesino que fue muerto por las profundas heridas ocasionadas
con una hoz. Sung le pidió a los habitantes que levantaran cada uno su hoz en
alto, era un día soleado, así que las moscas no tardaron en posarse sobre la
hoz culpable, mientras el aldeano confesaba su crimen.
Un cuerpo
que pasa a ser un cadáver, también se convierte en una isla, a la cual, una
cantidad interesante de diversos tipos de organismos, no tardarán en invadir.
Un nuevo
mundo acaba de surgir precediendo la muerte.
REFERENCIAS
- · Restrepo Moreno, A. 1944. Meditaciones Biológicas sobre la Muerte. Medellín. 396 páginas.
- · Martín Retiff, E. 1996. La fauna y flora de los cadáveres. Primera edición. Instituto Politécnico Nacional. México. 118 páginas.
- · Reverte Coma, J.M. 1999. Antropología Forense. Editorial del Ministerio de Justicia.Madris, España. 1057 páginas.
LECTURAS RECOMENDADAS
- Byrd, H.J. Castner, L.J. 2001. Forensic entomology, The utility of Arthropods in legal investigations. CRC Press. Washington, D.C. 418 páginas.
- Rámila Janire, N. 2010. La ciencia contra el crimen. Ediciones Nowtilus. Madrid, España. 254 páginas.
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